Emilia Pardo Bazán

por Elena Pérez González

Bruselas, Bélgica- 16 de septiembre 2020

Emilia Pardo Bazán: un faro feminista en la sombra del patriarcado

El 16 de septiembre de 1851 nacía en A Coruña una de las mentes más brillantes de la historia de España: Emilia Pardo Bazán. Poetisa, ensayista, crítica literaria, traductora, editora, dramaturga, catedrática, conferenciante y pionera del feminismo en España, fue una mujer adelantada a su tiempo.

Criada en el seno de una familia rica y noble de Galicia, Pardo Bazán recibió una educación privilegiada y cosmopolita, desarrollando un profundo conocimiento de varios idiomas. En el ámbito literario, es considerada una de las voces más importantes del naturalismo español del siglo XIX y principios del XX. Su obra maestra, Los pazos de Ulloa, es una de las joyas de la literatura española del siglo XIX.

Pero su legado no se detiene ahí. Su vasta producción literaria, que incluye más de 600 cuentos, novelas y ensayos, fue solo un reflejo de su intelecto y valentía. Pardo Bazán no se conformó con las limitaciones impuestas a las mujeres de su tiempo. Firme defensora de los derechos de las mujeres, fue una voz clara y contundente contra la violencia de género, el machismo y las injusticias que condenaban a las mujeres a una vida de sufrimiento y sometimiento. En sus textos, condenaba los feminicidios —a los que llamaba «mujericidios»— y las discriminaciones de todo tipo que sufrían mujeres y niñas, incluyendo la falta de acceso a la educación, la violencia física, psicológica, sexual y económica.

Emilia Pardo Bazán desafió las normas sociales al defender abiertamente el derecho de las mujeres a experimentar el placer sexual, un acto de rebeldía que rompió con los valores tradicionales impuestos por la sociedad patriarcal. Por su audacia y espíritu indomable, fue marginada y rechazada en tres ocasiones por los hombres de la Real Academia Española, incapaces de aceptar la grandeza de una mujer que eclipsaba su mediocridad.

Este extracto de Mujer maltratada refleja con claridad su denuncia de la violencia machista, oculta bajo el velo del matrimonio, y su frustración con un sistema legal que fallaba y sigue fallando a las mujeres:

«No acierto a decir cuánto más benigno y simpático encuentro al ladrón que penetra en una casa, que mata de una vez; al asesino emboscado detrás de una esquina, en acecho; al criminal más caracterizado, que a ese siniestro atormentador, que ejerce de verdugo tantos años, a la sordina, en la sombra sagrada de los lares domésticos, al amparo de la sociedad que la entrega a un protector, a un compañero, y que sancionado el matrimonio no se atreve a asomarse siquiera a la puerta del domicilio, dentro del cual, sobre seguro y en secreto, se consuma diariamente el atentado infame. ¡Veintidós años de presidio! En todo ese espacio no cabe el dolor, no cabe el suplicio impuesto en un solo día por el cónyuge-verdugo a la esposa mártir, y confieso que no me satisface la ley porque calza unos guantes tan gruesos, que no tiene tacto, no mide la pena, distribuyéndola de tal modo, que lejos de dar satisfacción a nuestra sed de justicia, la exalta y la convierte en frenesí”.

El pensamiento de Emilia Pardo Bazán truena hoy con la misma fuerza devastadora que en su época. Su denuncia sobre el horror del maltrato a las mujeres dentro del matrimonio no es un eco del pasado, sino una advertencia constante de las injusticias que persisten. Con su palabra afilada, nos llama a no conformarnos con las «leyes con guantes gruesos», esas que pretenden ocultar la violencia bajo las normas sociales. Su legado es un llamado urgente a seguir luchando, a exigir justicia real, y a recordar que el silencio cómplice de una sociedad es tan peligroso como la violencia misma.

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