El 24 de marzo de 1908 en Londres, la sufragista Emmeline Pankhurst se sublevó pronunciando un brillante discurso político, exigiendo el voto para las mujeres y denunciando las enormes desigualdades. «Los políticos tienen por costumbre hablarles a las mujeres como si no hubiese leyes que las afectaran. Es un hecho –dicen– que el lugar de las mujeres es el hogar. Sus intereses están puestos en el cuidado y la educación de sus hijos (…) La política no tiene nada que ver con todo ello y, por lo tanto, no es cosa de mujeres. No obstante, las leyes deciden cómo deben vivirlas mujeres en el matrimonio, cómo deben ser educados y formados sus hijos, y cuál ha de ser el futuro de éstos”. Emmeline Pankhurst