Cansadas de Esperar: una ametralladora simbólica para erradicar la violencia patriarcal
Por Elena Pérez González
Bruselas, Bélgica, 6 de septiembre 2024
¿Se imaginan lo fantástico que sería un mundo donde la violencia contra las mujeres se erradicara de un plumazo? Pero mientras tanto, aquí seguimos, atrapadas en el espectáculo diario de un patriarcado que se niega a morir. Violaciones, vejaciones, acoso, insultos, la tiranía de la estética, y un sinfín de limitaciones, una obra maestra del sistema que nos ha convertido en rehenes de nuestras propias vidas.
Entonces llega esta frase: «Acabaré con todos los mierdosos del mundo como los que maltratan a sus mujeres, ametrallándoles los genitales», y no puedo evitar sonreír. ¡Qué maravilla sería si una solución tan drástica estuviera a nuestro alcance! Porque, francamente, después de siglos de opresión y sometimiento, de ser tratadas como propiedad del patriarcado, la idea de una ametralladora simbólica cargada de justicia no suena tan mal. Al fin y al cabo, si el sistema, con todos sus cómplices, no está dispuesto a cambiar pacíficamente, quizás es hora de imaginar métodos más… efectivos.
Pero claro, mientras esperamos que el mundo mágicamente se transforme en un lugar seguro para las mujeres, seguimos enfrentando al maldito patriarcado que ni siquiera los genitales podrían redimir. Porque el verdadero problema, además de los maltratadores, violadores y demás calaña, son las estructuras de poder que sostienen ese patriarcado y nos oprimen a todas.
Si lo que realmente queremos es justicia, ¿para qué necesitamos la delicadeza?
Y aunque los titulares terribles siguen llegando, uno tras otro, con historias de violencia machista estremecedoras, no vamos a permitir que nos sigan aniquilando. Seguiremos luchando, persistentes, incansables. Juntas, somos más fuertes que cualquier sistema que nos quiera sometidas. Porque el cambio llegará, tarde o temprano, si nos mantenemos firmes, si nos apoyamos las unas a las otras, y conseguimos que nuestras voces resuenen en cada rincón del mundo.
Que nunca se apague nuestra rabia ni nuestra esperanza, porque solo así lograremos lo que tantos siglos nos han estado arrebatando: un mundo libre de violencia contra las mujeres.