El 1 de diciembre de 1955, Rosa Parks cambió el mundo con un solo gesto: negándose a levantarse de su asiento para que un pasajero blanco pudiera sentarse en su lugar, en un autobús en Montgomery, Estados Unidos. Su firmeza y valentía quedaron plasmadas en su frase: «Estoy harta de que me traten como una ciudadana de segunda clase».
Fue arrestada por su acto de rebeldía, despedida de su trabajo y amenazada de muerte, pero su resistencia la convirtió en un ícono de la lucha contra el racismo en Estados Unidos. Su gesto desencadenó el boicot a los autobuses de Montgomery, una acción de desobediencia civil que eventualmente llevó al fin de las leyes de segregación racial.
Existen muchas formas de racismo, y la basada en el color de la piel es solo una de ellas. Sin embargo, la solidaridad y la resistencia activa siguen siendo herramientas fundamentales para desafiar todas las formas de discriminación y opresión. Rosa Parks nos enseñó que un simple acto de desobediencia puede cambiar el rumbo de la historia.